Tuesday, 3 May 2011

Oskar Sueiro - bilbao, spain


Junction between the old and the Enlargement of Bilbao, the Plaza Circular, presided over the statue of the founder of the town, Don Diego López de Haro, represents for me one of the most vivid of Bilbao. I've always liked to think that there are still romantic travelers who come to town after a long train journey, that that in its suburban, bringing still many inhabitants of day for leisure or work. Of course not forgetting all / as those arriving by subway or bus, or that you / as you wait for the traffic light turns green, while watching how they spend more and more pedestrians.

In addition, for many years, the building of BBVA was the highest, and I swear that when I was little, I thought it would be difficult to clear that height. I spent many afternoons and evenings skating in the square with the fountain, and many times I've stayed with friends, being the starting point for excursions to the rest of the city, excursions that usually ended in the same place where they started.

If something catches the attention, and that to this day I still do, is to see how the city is picking up as the day progresses. At the last hour, mid afternoon is a relentless tide of people, becomes a quiet, allowing you to admire the beauty of the buildings that make up the square.
In addition, as a skater, I can not help feeling a certain respect, being a well-known in the world of skateboarding, difficult, but known. Hard to be a very busy place, which costs a pace without disturbing the people who go faster eye on the clock. Even drivers waiting at traffic lights distracted watching skate at the source. And, from the height of the small square in the Plaza Circular, I love to see live what is Bilbao.


Punto de unión entre la parte vieja y el Ensanche bilbaino, la Plaza Circular, presidida con la estatua del fundador de la Villa, Don Diego López de Haro, representa para mí uno de los espacios más vivos de Bilbao. Siempre me ha gustado pensar que aún quedan viajeros románticos que llegan a la ciudad tras un largo viaje en tren, ese que en su versión de Cercanías, aún sigue trayendo a numerosos habitantes de día, por motivos de ocio o laborales. Por supuesto no olvido a todos/as los que llegan en Metro ni en autobús, ni aquellos/as que esperan a que el semáforo se ponga verde, mientras miran cómo pasan más y más peatones.

Además, durante muchos años, el edificio del BBVA fue el más alto, y juro que cuando era pequeño, creía que sería difícil superar esa altura. He pasado muchas tardes y noches patinando en la plaza de la fuente, y muchas veces más he quedado con amigos, siendo punto de partida de excursiones por el resto de la ciudad, excursiones que solían terminar en el mismo lugar en el que comenzaron.

Si algo llama la atención, y que a día de hoy me sigue gustando, es ver cómo la ciudad se recoge a medida que avanza el día. A última hora, lo que a media tarde es una marea incesante de gente, se convierte en un lugar tranquilo, que te permite admirar la belleza de los edificios que componen la plaza.
Además, como patinador, no puedo evitar sentir cierto respeto, por ser un lugar bien conocido en el mundo del skateboard, difícil, pero conocido. Difícil por ser un lugar muy transitado, en el que cuesta mantener un ritmo sin molestar a las personas que pasan veloces pendientes del reloj. Incluso los conductores que esperan en el semáforo se distraen mirando cómo patinamos en la parte de la fuente. Y es que, desde la altura de esa pequeña placita dentro de la Plaza Circular, me encanta comprobar lo vivo que está Bilbao.

 

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